Sin Gabris, no hay fútbol

Las aficiones con tendencias depresivas, como la barcelonista, es propensa a súbitos episodios de euforia. Y a los juicios sumarísimos y las opiniones dogmáticas. ¿Cuántos jugadores han sido extremaunciados en su primer partido con la camiseta antes azulgrana? Recuerdo al pobre Julen Lopetegi, en aquel partido de Supercopa contra el Zaragoza: cruz y raya. "¡Aquest no és jugador pel Barça!", es el veredicto inmediato de un público que puede ser severo y despiadado. Primer centro de Zenden (ayer titular destacado con el Liverpool, 1-3 en Kaunas) o de Simao (ahora capitán del Benfica) y quedan retratados de por vida. Otros, como el finísimo Witschge, reciben en su culo una patada que iba dirigida al de Cruyff, y se derrumban, incapaces de soportar tanta y tan injusta presión. Y, ojo, que en ese diagnóstico que hago del comportamiento culé, yo me pongo como el primer ejemplo.
Hemos desperdiciado a jugadores más que aceptables, que después han demostrado serlo en otros equipos, por esa tendencia a desdeñar todo lo que no sean balones de oro.Lo digo porque veo quien considera que Gabri no es jugador para el Barça. Se me dirá que lleva años demostrándolo pero me recuerda a Tente Sánchez, al Nano Soler, al Ramon María Calderé, a Víctor Muñoz, a Guillermo Amor o al Torito Zuviría. Futbolistas multiusos, sacrificados, dispuestos a jugar donde más falta hicieran, donde ninguno de sus ilustres compañeros habría aceptado. Jugadores comprometidos, que se comieron más de un marrón que correspondía a las vedettes, que nunca lanzaron una falta o un penalti, que formaron mil barreras, que se dejaron la piel para recuperar el balón que otro perdía en una filigrana para ganarse el aplauso. Que si salían en una foto era como comparsas, abrazando a la estrella, desenfocados, pero que siempre quedaban retratados cuando habían un fallo. Siempre tocando el lado amargo de la gloria, nunca saboreándola del todo.
Jugadores que si no hubieran hablado en el balcón de la plaza Sant Jaume (cuando nuestra liturgia y nuestra historia nos imponían acudir a la plaza mayor de Catalunya), nadie los habría echado de menos. Pido respeto para ese jugador de clase media, para ese futbolista que sólo se aprecia cuando ya no está, para esos Makelele, Cambiasso o Solari del Madrid, esos bravos trabajadores que hacen fácil y posible el trabajo de las estrellas y que siempre están a disposición del entrenador para realizar el trabajo más oscuro e ingrato. Futbolistas comprometidos con su equipo, que juegan cada partido con la ilusión del primero y como si hubiera de ser el último.
Futbolistas como Enric Ribelles, que casi nunca jugó en el Camp Nou porque el público pedía a un decadente Kubala pero al que Helenio Herrera hacía jugar en un embarrado Carlos Tartiere, en El Calvario, en La Viña, El Arcángel o Los Cármenes, donde se repartía leña, donde para defender la camiseta del Barça había que ser un hombre de la cabeza a los pies. A todos ellos les doy las gracias porque el fútbol, sin ellos, pretende ser un Cosmos, como el que había de conquistar América con Pelé y Beckenbauer juntos; una Galaxia, como la de Beckham, Zidane y Ronaldo…pero que, al final, sin esos Gabris que hagan las tareas de mantenimiento de la nave, termina por ser un simple meteorito a la deriva.

Positifo: El paso adelante que ha dado el Brondby que entrena Michael Laudrup, al ganar por 0-2 en casa del Dinamo de Tiflis en la fase previa de la Liga de Campeones. La posibilidad de encontrarnos en la Champions como rivales a Ronald Koeman y/o Michael Laudrup, además del para algunos infame Mourinho, le aporta a la temporada unos alicientes impagables.

Nejatifo: Que para un presidente demócrata, patriota, humanitario y solidario como l'amic Jan Laporta, haya dejado de ser una prioridad el llevar los Derechos Humanos y los valores de la democracia occidental a 1.300 millones de chinos para quienes el Barça había de ser la nueva Ilustración. En vez de pasar a la historia como lo que verdaderamente es, sus maquilladores y embalsamadores de imagen nos lo presentarán cualquier día de estos como el presidente que se negó -contra un mandato de la asamblea arrancado mediante apocalípticas mentiras- a manchar la camiseta del Barça.

Con insultos y descalificaciones, nunca llegaremos a Ítaca