Van Bommel necesita a Holanda

Bonito momento ha elegido el seleccionador holandés, Marco van Basten, para prescindir de su tocayo Van Bommel. Cuando el ínclito Txiki precisa demostrar que sin los conocimientos, la pericia y la honestidad de Sandro Rosell él también sabe hacer fichajes, va el seleccionador holandés y manda al nuevo jugador barcelonista a su casa, excluído de los sucesores de la Naranja Mecánica, entre los que Philip Cocu sigue siendo pieza angular sin que los años pasen por él. Tras el fracaso de los refuerzos invernales, Albertini y Maxi López, y en el momento en que Laporta decide suprimir el cargo de vicepresidente deportivo para reforzar el papel de los técnicos, resulta que el fichaje estrella es un hombre del que su selección puede prescindir. Es decir, más o menos como Zenden o Reiziger. Recuerdo los saltos de alegría que daban los buenos barcelonistas, cuando el mismo Van Basten apartó a Kluivert de la selección. Y me gustaría saber qué dirían si México no convocara a Márquez, Brasil prescindiera de Ronaldinho o Portugal diera puerta a Deco. Pero eso no va a suceder.
Desde el primer día he considerado a Van Bommel como un excelente refuerzo para el Barça, del mismo modo que a Ezquerro lo veo más en la línea del también riojano José Mari o en las de Korneiev, Escaich y Quique Estebaranz. Pero lo que acaba de sucederle en la selección holandesa es también un toque para el primer avalador de Van Bommel. Porque Johan Cruyff, gran conocedor de las características de su compatriota, incluso ya ha escrito donde debe jugar…en vez de decir con quién deberá pelear por un puesto en el equipo titular, puesto que el inefable Johan ya parece descartar de antemano a Xavi (el salvador de la cabeza-barricada de Van Gaal), o a Deco (el último gran acierto de Rosell), además de desdeñar a Edmilson (“demasiados brasileños”).
Naturalmente: todo lo anterior no es sino pura demagogia, la prueba del algodón, un ejercicio para demostrar lo fácil que resulta desarrollar una opinión interesada a partir de un hecho que yo considero coyuntural (el tirón de orejas de V. Basten a V. Bommel). Porque algún obtuso, como queriéndole hacer un favor al nuevo futbolista del Barça ya ha escrito que a lo mejor Van Bommel decide no volver a la selección holandesa. ¡Fantástico!. Semejante actitud rebelaría una soberbia que a mi no me cuadra con el ya ex centrocampista del PSV. Primero, que le llamen. Y, luego, a recuperar su casaca naranja de titular. Porque sus éxitos con Holanda, como en tiempos de Cruyff y Neeskens, serán también a mayor gloria del Barça.

Positifo: ayer invitamos a mi clase de Periodismo Deportivo en la Universitat Internacional de Catalunya, a Sergi Pàmies y Josep Maria Solé i Sabaté, dos lúcidos y brillantes articulistas. ¿Por qué en el Barça pasa todo esto aunque gane la Liga mientras en el Madrid, el Milan o el Manchester, una temporada nefasta no provoca ningún terremoto? Primero, por tradición. Segundo, porque el barcelonista vive el club como algo que le es propio. El partido semanal, es un instante en su vida pero el resto de la semana sigue de un modo apasionado cuanto sucede en el club, mientras que en otros no interesa nada de lo que ocurra fuera del terreno de juego. Ningún partido político ha enganchado en Catalunya tanto como el Barça, y de ahí que también sea una encrucijada de ambiciones e intereses. Y rampa de lanzamiento de mediocres.

Nejatifo: la desmesura mediática de Laporta, que ha redoblado su presencia en TV3 (dos veces más en el telediario de ayer, más que Jordi Pujol en sus buenos tiempos), para recuperar imagen a todo trance. Claro que denunciando la influencia de determinados gurús del periodismo –críticos con su gestión- menosprecia la capacidad de crear opinión de las patums que han hecho del incienso contumaz al presidente su libro de estilo. Que su rostro aparezca más en TV3 que las caras de Belmez (un guiño a los de mi edad), provoca cansancio y rechazo. Sobre todo, si no aborda los temas de interés como la venta de los terrenos de Can Rigalt, que me sugieren una pregunta capciosa, como son las buenas preguntas periodísticas: “La destitución, que no dimisión, de Jordi Moix, directivo encargado del área patrimonial, ¿se produjo ante el temor de que Moix pudiera obstaculizar la inminente venta de patrimonio y en concreto la operación de Can Rigalt?”.

¡La respuesta está en el viento que azota las costas de Ítaca!