Prietas las filas

Cuán miserable es la condición humana. Me ratifico en esa creencia después de soportar casi una hora de rueda de prensa radiofónica del presidente del Barça, Joan Laporta. Qué mezquindad, cuántas ansias de revanchismo, qué falta de generosidad y de visión institucional, qué barriobajero, qué rehén de sus compromisos pre y postelectorales, qué sectario. ¡Patético, aunque hoy reciba el preceptivo baño de incienso de sus aduladores! Aunque hoy le digan que ha cerrado -¿en falso?- la crisis directiva. Aunque hoy alaben su diligencia los mismos que ayer alababan su prudencia al haber dejado el tema en manos de los cuatro jinetes del Apocalipsis (sus cuatro vicepresidentes, los prochinos y los otros).
Con el buen sabor de boca que habían dejado las comparecencias de Bartomeu, Moix y, sobre todo, de Sandro Rosell, que incluso tuvo el gesto de autocalificarse como perdedor –él que es el artífice de este Barça y debería colgarse todas las medallas-, nuestro presidente contrastó por su falta de talla. Ha querido salirse de la crisis como hacía Franco (la influencia de su familia política es inevitable): buscando enemigos exteriores para cerrar -prietas- las filas. Os lo decía ayer: ¡a las barricadas! Y, a las pocas horas, hasta la Rahola, en TV3, empezaba a ver manos negras tras las dimisiones de Rosell & Co. A la primera crisis, en vez de hacer autocrítica (como ha hecho humildemente el mismísimo Rosell y sus compañeros de fuga), Laporta ya insinúa complots y se entrega a lo que mejor sabe hacer desde que alumbró el Elefant Blau: dividir el barcelonismo en provecho propio. Su “que n’aprenguin!”, fue una divisa coyuntural. La que resume su verdadera filosofía es “divide y vencerás”.
A mi, además de una infinita falta de elegancia y de fair play, lo único que me demostró el presidente del Barça es que no tiene las manos libres, que la libertad que Rosell, Moix, Bartomeu y Monés tenían para marcharse con la frente bien alta, él no la tiene para gobernar el club desde la altura que le exige el cargo. Él es un presidente de paja en manos de su familia política, de Cruyff (desde ayer el hombre fuerte sin ningún contrapoder en el club) y de la Caixa.
Hoy es un día triste para el Barça porque su directiva ha perdido calidad humana, barcelonismo e independencia. Y aunque el presidente se crea más fuerte que hace veinticuatro horas, como leerá en los boletines de sus amanuenses, su patética figura me recuerda la de aquellos tiranos latinos que en su desvarío se creyeron dioses cuando sólo eran simples marionetas de la CIA.

Positifo: que los disidentes de la directiva del Barça hayan soportado humillaciones pero, aún así, hayan esperado al final de la temporada para no perturbar a la entidad en pleno desarrollo de la competición. Y que ni siquiera reclamen las medallas con las que podrían llenarse el pecho por el éxito conseguido.

Nejatifo: que se haya querido descalificar, callar y censurar a un maestro de periodistas como mi admirado Alfons Arús, primero en descubrir y sostener la existencia de una fractura en la directiva. Nejatifos, sobre todo, quienes en nombre de un barcelonismo insano anteponen las tinieblas a la transparencia. (Por cierto, hoy actúo en el Força Barça, para otros Força Rosell).

Punto final: ¡Camarote de lujo para Rosell, Monés, Moix y Bartomeu en el viaje a Ítaca (y una suite para Mònica Terribas)!.