Estalla la burbuja virtuosa

La prisa con que se ha malvendido a Riquelme venía marcada por el menosprecio que, desde su aterrizaje en el Barça, mostró la actual directiva por todo lo heredado del pasado: Cocu, Riquelme, Saviola, Xavi, Víctor Valdés, Jasikevicius, Pesic, Bodiroga, todo el cuerpo técnico que había formado a la mejor cantera desde la época del Barça de las Cinco Copas y algunos ejemplares empleados de la casa que fueron pasados poco menos que a cuchillo.
Riquelme tenía todos los números para hacer pole en esta limpieza étnica y por eso su cesión al Villarreal escondía, en realidad, una expulsión del Barça: se dejó en sus manos la decisión última de elegir el club al que quisiera ir traspasado. Y, naturalmente, por mucho Bianchi que llegue al Atlético, Juan Román no es tan tonto como debe creer Txiki y eligió el Submarino Amarillo que le ha dado el rango de almirante y le garantiza una travesía plácida hasta el Mundial de Alemania.
¡Qué mala es la operación de este traspaso para el Barça, cuando sólo puede ser defendida desde la manipulación de las cifras!. A ver si nos enteramos: 1) Riquelme todo lo que cobraba en el Barça y lo que iba a cobrar era “bruto”. 2) El 20 % del traspaso, revierte en el Boca Juniors. Por lo tanto, el Barça no se ahorra 9 millones de euros por temporada sino poco más de 4 como ficha del jugador. Eso, si es que hay alguien tan obtuso, para creer que el Barça no le endosaría un futbolista tan cotizado a cualquier otro club que se hiciera cargo del total o una parte sustanciosa de la ficha. Por lo tanto, de ahorro, más bien poco.
¿Negocio? Limpio para la contabilidad de Laporta, a menos que se rescate la amortización del jugador de la deuda histórica, a donde fueron a parar “todos los jugadores que el club cree que serán difíciles de amortizar”. Pero, si el Barça cobra 5 millones de euros por Riquelme, se quedan en 4, porque uno se va a la Bombonera de Buenos Aires. En el supuesto ideal, deseable de saber en aras de la transparencia burlada con el subterfugio de la confidencialidad, de que el Villarreal aflojara 7 kilos de euros, el Boca haría mejor negocio, puesto que le corresponderían 1,4 millones, dejando para el Barça los 5,6 restantes.
A cualesquiera otras cifras que filtre el club por los cauces habituales, el Financial Times y yo les concederemos tanta credibilidad como a las “más de diez” ofertas en firme para poner publicidad en la camiseta que dijo tener Laporta cuando volvió de América hace un par de veranos, o la posterior que procedía del otro lado del mundo y que superaba los 25 millones de euros. Personalmente, encontraría numerosos argumentos a favor del traspaso de Riquelme, sin la necesidad de recurrir al juego sucio de falsear los datos. A menos que mentir y manipular esté justificado…si es para la buena causa de defender la gestión de una directiva que busca recursos desesperadamente para adecentar los números que presentará a la asamblea. Números que sin duda serán positivos y que merecerán la aprobación de los compromisarios. Pero con operaciones a la desesperada como buscar subvenciones de la Generalitat, poner en venta parte de los terrenos de Can Rigalt o montar una gira de promoción mediática, con chavales del Barça B y C, tengo la sospecha de que la burbuja virtuosa sobre la que está montado todo este tinglado soriano-laportiano, empieza a desinflarse.
¿No os lo parece? Tenéis todo el fin de semana para rebatir (y debatir) toda esta sarta de denuncias.

Positifo: El gurú Arús, dedicándome un aplauso y los deseos de pronta recuperación, me ha emocionado tanto a mi como ha espantado a mi suegra, adicta al Força Barça, que me ha llamado inmediatamente creyéndome ya en trance de abandonar este mundo cruel. Por fin el doctor Fleming se ha puesto de mi lado y el lunes espero reintegrarme a la cadena productiva de nuestra sociedad postindustrial. Y a este blog que me tiene enganchado.

Nejatifo: La salida por la puerta falsa de otro crack, en este caso Bodiroga. Nadie discutirá que este año tenía que ser el salvador de un equipo mediocre y no ha sido el fenómeno de hace un par de temporadas. Primero fue Jasikevicuis, y el marrón se lo comió Pesic; luego fue Pesic, y el marrón se lo comió Valero Rivera; luego fue Valero Rivera y el marrón se lo comió Bartomeu… ¿Cuándo se lo comerá el verdadero culpable?

Pero, Patrick Kluivert, ¿tú no habías embarcado a Ítaca? ¿cómo te bajas ahora...?