El exabrupto de Eto'o

Samuel Eto’o perdió el control. Su rencor al Madrid le salió de las vísceras y, personalmente y a riesgo de equivocarme, yo interpreté su insulto como surgido del resentimiento al club que lo menospreció. Si alguien vio en su fichaje la devolución de la puñalada trapera por Figo, esos insultos de anoche le dieron la razón. Esos insultos, un borrón en la alegre fiesta de la gran noche azulgrana, le cierran a Eto’o definitivamente las puertas de su retorno al Madrid, algo que a muchos barcelonistas les quitará un peso de encima. Pero también le cierran las puertas de un hipotético interés del Chelsea en su fichaje, pues si a Mourinho le cayó un puro (de la Federación y de Scotland Yard) por llevarse el dedo a los labios haciendo chistar al público, Eto’o habría dormido esta noche en alguna comisaría de South Kensington y, ahora mismo, el comité disciplinario de la FA estaría estudiando si le metían seis o nueve partidos de sanción.

¿Quién politiza?
Los catalanes hemos hablado en nuestro idioma toda la vida, si bien durante la dictadura franquista lo teníamos que hacer mayormente en la intimidad. Los barcelonistas festejamos nuestras efemérides ondeando banderas catalanas (incluso desde antes de que Franco se retirara al Valle de los Caídos). El Barça, como institución, siempre ha apoyado las grandes iniciativas políticas del país, desde la Mancomunitat de Prat de la Riva (1914), el Estatut (el de 1932, el de 1980 y el nuevo, en proceso de negociación). Todo eso, que desde el resto de España se ve como una politización del club fuera de lugar, es un signo de civismo, cultura y amor al país. Durante muchos años, barcelonismo y patriotismo catalán fueron conceptos coincidentes (la Plaça de Sant Jaume fomentó mucho ese fervor). Pero si alguien considera que eso es una anomalía, sepa que fue provocada por quienes suprimieron las libertades democráticas del país y el Barça (como otras instituciones), adquirió un valor símbólico de refugio y preservación de la catalanidad. Por eso hoy, cuando alguien considera que las banderas catalanas, las independentistas o ¡incluso los viscas a Catalunya! o la simple utilización en público de nuestra lengua es politizar un acto, pienso que son ellos quienes politizan lo que para nosotros es nuestro comportamiento colectivo habitual, espontáneo y sincero. Y ni siquiera tan libre como muchos desearíamos.
Pero jamás entenderemos la libertad ni haremos mal uso de ella para lanzar gritos como los de Samuel Eto’o.

¡Visca el Barça i visca la bona gent!