Masters & Commanders

Me temo que mi admirado Mourinho y su Chelsea pincharán hoy en Bolton, deberán aplazar una jornada más el alirón y les pillará en medio el compromiso de Anfield Road, un pésimo momento para que surjan dudas en el vestuario de los bleus. Pero, así es el fútbol. Procuro ponerme ante los supuestos más originales y complicados. Y ello no siempre es bien acogido a mi alrededor. Por ejemplo, mis vaticinios de que el Real Madrid ganará sin problemas en Anoeta, han irritado a muchos barcelonistas que conozco. Esa es también la impresión que he recogido tras exponer mis pronósticos en las dos tertulias en las que he participado esta tarde: “Força Barça”, el programa de Alfons Arús en Citytv, y “La Graderia”, de Ràdio Barcelona.
Sin que ese fuera mi propósito, es como si hubiera tendido una trampa para que mis correligionarios barcelonistas se sincerasen. Y han caído en el cepo. Porque yo, que soy un resultadista confeso y más convicto que el Narigón Bilardo, defiendo que la lucha agonística del Madrid en pos de la utopía, embellece este final de temporada, a la vez que revaloriza el triunfo del campeón. Acabo de ver “Master and Commander” en televisión y la obstinada y encarnizada lucha naval del capitán inglés que interpreta Russell Crowe por dar alcance a la fragata francesa me ha parecido una metáfora de este final de liga que aún puede depararnos nuevas emociones.
Pues bien, ¿qué observo en el entorno barcelonista en el que me muevo? Contradicciones cargadas de hipocresía. ¿Qué provoco cuando digo que hemos recuperado un hermoso final de temporada? Receles, repulsión y antipatía. Y, ¿a qué lo atribuyo? A que hay desconfianza entre muchos barcelonistas en su propio equipo, tal vez consecuencia de un histórico complejo de inferioridad ante el Madrid del que todavía no estamos curados. Y, ¿por qué no hemos superado ya esa patología, después de los triunfos del llamado Dream Team? Pues porque el haber idealizado un equipo que siendo al decir de muchos el mejor del mundo, en definitiva, ganó tres ligas sobre cuatro por deméritos de los demás, ha tenido una influencia perniciosa sobre la psique azulgrana: la semana pasada nos falló el Villarreal y hoy rezamos para que no nos falle la Real Sociedad.
El único que parece confiar en el Barça (que puede permitirse perder dos de los cinco encuentros que le quedan, y puede que los pierda), soy yo. ¡Les joroba que yo mantenga la fe y no tema a los éxitos del Madrid! Y esa confianza en mi equipo es lo que me hace aparecer como un bicho raro a los ojos de los barcelonistas normales. Y les llamo así porque ya asumo que el anormal soy un servidor de ustedes.

Nota.- Me tomo un descanso del blog hasta el lunes. Para entonces, haremos balance del fin de semana y ya me ajustareis cuentas si todo ha sucedido al revés de lo previsto. Y, espero que si el Madrid gana en Anoeta, mis camaradas barcelonistas compartan mi fe en su equipo.

¡Good weekend, Chelsea and all people!