¿Campos de fútbol o pastizales?

En vez de perseguir a los buenos entrenadores, la UEFA podría dedicarse a evitar lesiones de los mejores futbolistas cuando juegan con sus selecciones, como las que han afectado en los últimos días a Arjen Robben y a Carles Puyol, entre otros. La hierba alta debe ser buena como forraje pero no lo es para jugar al fútbol, como tampoco lo son los campos duros, de piso irregular y bacheado. Eso es lo que debería preocupar más a la UEFA en vez de fisgonear en los túneles de vestuarios. Y campos como esos no son adecuados para que los jugadores de los mejores equipos internacionales jueguen a final de temporada con sus selecciones.
Me refiero, por ejemplo, al Pequeño Maracaná de Belgrado, que yo he visitado en dos ocasiones, la primera en aquel partido Yugoslavia-España de hace 28 años, tan recordado en estos días por el botellazo en la cabeza de Juanito, después de las provocaciones de éste al público. Fui como enviado especial del Tele/eXpres y tuve la suerte de llegar vivo al hotel después de cruzar a pie todo Belgrado en compañía de Martí Perarnau, enviado de Mundo Diario. Nos tropezábamos a cada momento con furiosos hinchas yugoslavos que blandían astilladas astas de banderas con gesto amenazador.
La segunda vez fue en ocasión de un Estrella Roja-Barça, de hace 9 años, partido de Recopa (1-1, gol de Giovanni). Gran partido de aquel equipo de Bobby Robson en el que jugaban Vítor Baía, Blanc, Popescu, Stoichkov y los brasileños Giovanni (el bueno) y Ronaldo. Era en pleno conflicto de los Balcanes y recuerdo que en las gradas había un clima de gran pasión patriótica y algunos soldados españoles que pertenecían a las tropas de paz, visiblemente cohibidos. Aquella Recopa fue el último gran título internacional ganado por el Barça, que se impuso en la final de Rotterdam al Paris Saint Germain (1-0, gol de penalti de Ronaldo).
El Pequeño Maracaná sigue siendo el mismo. No ha crecido en ningún sentido sino que, por lo que vi esta vez por televisión, mengua con el paso de los años. El terreno de juego está igualmente impresentable. Es decir, como la UEFA (de la que seguiremos hablando, ahora que el tándem Cruyff-Beckenbauer, con Joan Gaspart en la trastienda, quiere asaltar el poder, pasando por encima del francés Michael Platini).